Hubo cuatro cosas fundamentales contra las que dirigió sus ataques: el trabajo dominical, los bailes, las blasfemias y las tabernas.
Decía: Yo conozco dos medios seguros para llegar a ser pobres: trabajar en domingo y robar. En sus sermones les recordaba: Ustedes trabajan y trabajan, pero lo que ganan es la ruina del cuerpo y del alma. Si se le preguntara a quien viene de trabajar el domingo, ¿qué has hecho? Podría decir: “Yo vengo de vender mi alma al diablo, de crucificar a Nuestro Señor y de renunciar a mi bautismo”.
Cómo se equivoca en sus cálculos aquel que trabaja en domingo con el pensamiento de ganar más dinero o hacer más trabajo.
¿Es que dos o tres francos podrán jamás compensar el error cometido violando la ley de Dios?
Ustedes creen que todo depende del trabajo, pero puede venir una enfermedad, un accidente o una tormenta, una helada. El buen Dios tiene todo en sus manos... Él ha mandado trabajar, pero también descansar...
El hombre no es sólo una bestia de carga, sino un espíritu, creado a imágen de Dios, que tiene necesidades materiales y espirituales. El hombre no vive solamente de pan, sino también de oraciones, de fe, de adoración y de amor.
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