Oración de exorcismo - San Benito de Nursia.
San Benito de Nursia
Acompañado de su ama de leche, Benito fue enviado a Roma para estudiar. Allí permaneció cierto tiempo. Pero sucedió que, “invadido por los paganos de las tribus arias, el mundo civilizado parecía declinar rápidamente hacia la barbarie, durante los últimos años del siglo V: la Iglesia estaba agrietada por los cismas; ciudades y países desolados por la guerra y el pillaje, vergonzosos pecados campeaban tanto entre cristianos como entre gentiles. [...] En las escuelas y en los colegios, los jóvenes imitaban los vicios de sus mayores”.3
... San Gregorio Magno dedica el segundo libro a San Benito. Comienza así:
“Hubo un varón de vida venerable, bendecido tanto por gracia como por nombre, dotado desde la más tierna infancia de una sabiduría de hombre plenamente maduro. En efecto, en su modo de actuar se anticipó a la edad y jamás se entregó a ningún placer pecaminoso; al contrario, todavía en esta tierra, pudiendo gozar libremente de los bienes temporales, prefirió despreciar el mundo con sus flores, que consideró marchitas”.2
Por éso, a los doce años Benito fue a vivir, aún con su ama de leche, al pueblito de Enfide [actual Affile], donde, auxiliado “por muchos hombres honrados”, se instaló cerca de la iglesia de San Pedro. Fue en ese pequeño lugar donde obró el primer milagro del que se tiene noticia. Habiendo su ama tomado prestado de gente pobre de los alrededores un jarro de barro, lo colocó de mal modo sobre la mesa; este resbaló, cayó al suelo y se partió. Viendo a la mujer llorar amargamente porque no podía devolver el jarro roto, Benito juntó los pedazos y rezó sobre ellos, “con los ojos llenos de lágrimas”. Al mismo instante el jarro se reconstituyó, como si nunca se hubiese partido.
Extraído de Tesoro de la fe
ordendesanbenito.org/donations
Comments
Post a Comment