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HOMILÍA DEL JUEVES SANTO

 



“Quien cree en la Eucaristía no se siente nunca solo en la vida”, porque sabe que Cristo lo ama y que frente al tabernáculo recibe la fuerza y la paz en el corazón, afirmó el Cardenal Giovanni Battista Re durante la Misa de la Cena del Señor que celebró este Jueves Santo en el Altar de la Cátedra de la Basílica de San Pedro.


Este Jueves Santo la Misa de la Cena del Señor no fue celebrada por el Papa Francisco, sino por el decano del Colegio Cardenalicio, Cardenal Giovanni Battista Re. Este año no se realizó el lavado de pies debido a las medidas para contener el coronavirus.


“La Iglesia siempre ha considerado el sacramento de la Eucaristía como el don más precioso del cual ha sido enriquecida. El don mediante el cual Cristo camina con nosotros como luz, como fuerza, como alimento, como ayuda en todos los días de nuestra historia”, afirmó.


En ése sentido, recordó que “la Eucaristía es el centro y el corazón de la vida de la Iglesia” y debe ser “el centro y el corazón también de la vida de cada cristiano”.


“Quien cree en la Eucaristía no se siente nunca solo en la vida. Sabe que en la penumbra y en el silencio de todas las iglesias hay Uno que conoce su nombre y su historia, Uno que lo ama, que lo espera y que con gusto lo escucha. Y delante del tabernáculo cada uno puede confiar cuanto tiene en el corazón y recibir consuelo, fuerza y la paz del corazón”, aseguró.

Extraído de Aciprensa





En su homilía, el Cardenal Re también indicó que “la noche que ve la más alta manifestación del amor y de la amistad hacia nosotros”, con la entrega gratuita del Señor, “es también la noche de la traición” de Judas. “En torno a la misma mesa del Cenáculo se hicieron frente el amor de Dios y la traición del hombre”, señaló.


El Jueves Santo es, afirmó, una invitación a tomar conciencia de los propios pecados y a poner orden “en nuestra vida y a ponernos en el camino del arrepentimiento y renovación para obtener de Dios el perdón”.


“En la Eucaristía Dios se ha cercado de tal manera a nosotros que no debemos nunca sentirnos abandonados, porque somos siempre buscados por Él, amados e invitados a obtener con el arrepentimiento y con el sacramento de la Reconciliación la alegría de su perdón y a iniciar una renovación espiritual con el corazón más abierto a Dios y a todos nuestros hermanos y hermanas”, expresó.

Aciprensa



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