Adoración a Dios Padre Señor Nuestro y veneración a la Santísima Virgen María Madre de Dios y Madre nuestra y a los santos. Orden de San Benito 🆘 Cuba
Los católicos adoran las imágenes?
Algunos dicen que los católicos rinden culto a las imágenes y por ello cometen idolatría. ¿Es esto cierto? ¿Por qué los católicos usan imágenes?
¿Por qué los católicos tenemos imágenes de lo que adoramos, o sea Dios? ¿De dónde nació la idea? (Noemí F.Q., desde Facebook)
El uso de imágenes y cuadros religiosos, principalmente en iglesias y casas, ha sido y es muy difundido desde tiempos inmemoriales.
El tema de las imágenes sagradas suele ser bastante polémico; y en la relación de la Iglesia con quienes pretenden seguir a Cristo fuera de la misma es un palo en la rueda, porque estas personas, entre otros muchos errores, creen que en la Iglesia adoramos imágenes, pero no es así en absoluto.
Para aclarar el tema demos un vistazo a la historia sagrada. Comencemos por decir que en el Antiguo Testamento estaba severamente prohibido el culto a todo tipo de imágenes o representaciones plásticas de la divinidad.
El primer mandamiento del Decálogo lo dice con palabras contundentes:
“No habrá para ti otros dioses delante de mí. No te harás ni escultura ni imágen alguna… No te postrarás ante ellas ni les darás culto, porque yo Yahvéh, tu Dios, soy un Dios celoso…”. (Ex 20, 3-5).
Queda pues prohibido todo tipo de imágenes que se presenten como divinidad. El mandamiento comienza diciendo «No habrá para ti otros Dioses delante de mí», o dicho de otra manera: «No te hagas ningún ídolo”.
Pero a pesar de esta prohibición tan clara, inmediatamente después de haber prometido cumplir la ley, el pueblo se fabrica un becerro de oro, y lo adora como Dios: “Éste es tu Dios, Israel, el que te ha sacado de Egipto” (Ex 32,8). De ésto precisamente Dios les advertía.
Éste pecado de idolatría es causa de que Dios decida destruir al pueblo. Sólo la intercesión de Moisés consigue que Dios se apiade y le perdone (Ex 32, 1-14).
Y Dios les advirtió también a los Israelitas de las imágenes que hallarán entre los pueblos paganos: “Quemaréis las esculturas de sus dioses y no codiciarás el oro y la plata que los recubren” (Deut 7,25).
Naturalmente, ésta prohibición queda en pie en el Nuevo Testamento con la misma intención o el mismo objetivo. La Biblia muestra que también los cristianos evitaron el uso de imágenes que pudieran ser objeto de adoración. San Pablo dice en su discurso en Atenas:
“Si somos estirpe de Dios, no podemos pensar que la divinidad se parezca a imágenes de oro o de plata o de piedra, esculpidas por la destreza y la fantasía de un hombre” (Hechos 17, 29).
Además el apóstol San Juan dice: “Hijos míos, guardaos de los ídolos” (1 Jn 5,21). También en la Iglesia naciente se tiene claro que la adoración sólo se tributa a Dios. Por éso, en el Imperio Romano, muchos cristianos fueron mártires por no querer adorar ídolos.
Pero también tengamos en cuenta que los ídolos no son necesariamente esculturas o imágenes pues también hay ídolos inmateriales, insospechados y muy absorbentes en los cuales nos refugiamos y buscamos para poner nuestra seguridad.
Son ídolos que mantenemos bien escondidos: la ambición, el gusto del éxito, la tendencia a estar por encima de los otros, el mal uso de la sexualidad, la pretensión de ser los únicos amos de nuestra vida, algún pecado al que estamos apegados, y muchos otros. En todo caso los ídolos nos alejan de Dios, nos distraen en nuestro auténtico objetivo de vida: La salvación.
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