Un antiguo escrito del siglo III, los cristianos de Egipto ya se dirigían a María como “Madre de Dios”, usando las siguientes palabras: "Bajo tu amparo nos acogemos, Santa Madre de Dios: no desoigas la oración de tus hijos necesitados; líbranos de todo peligro, oh siempre Virgen gloriosa y bendita".
Ésta oración está recogida en la Liturgia de las Horas desde hace siglos.
Díganle a la noche clara
tome en sus manos el arpa,
y salmos de David cante,
cante con la Virgen Santa.
Madre del Redentor,
Virgen fecunda, puerta
del cielo siempre abierta,
estrella del mar,
ven a liberar al pueblo
que tropieza y quiere levantarse.
Ante la admiración de cielo y tierra, engendraste
a tu Santo Creador, y
permaneces siempre virgen.
Y, al amanecer, las aves
y el alba que se levanta,
con silvos del universo cántenle sus alabanzas.
Hija de Sión, alégrate,
porque el Señor está en tí, Salvador y Rey!
(En honor a la solemnidad de Santa María, Madre de Dios)
Extraído de Arzobispado de Santiago de Cuba
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