Según el Evangelio de Juan:
Jesús vió a un hombre que era ciego de nacimiento. Sus discípulos le preguntaron, Rabbi, ¿quién pecó para que naciera ciego éste hombre? ¿él o sus padres?". Jesús respondió: Ni éste hombre ni sus padres pecaron, dijo Jesús, "pero ésto ocurrió para que se manifestaran en él las obras de Dios. Mientras es día, tenemos que hacer los trabajos del que me envió. La noche está viniendo, cuándo nadie puede trabajar. Mientras esté en el mundo, soy la luz del mundo. Habiendo dicho ésto, escupió en la tierra, hizo algo de barro con la saliva, y lo puso sobre los ojos del ciego. Vete, le dijo, lávate en la Piscina de Siloé (ésta palabra significa "Enviado"). Así que el hombre se fue y se lavó, y volvió a su casa viendo. Sus vecinos y quienes anteriormente le habían visto se preguntaban, ¿no es éste el mismo hombre que solía sentarse a mendigar? Algunos decían que lo era. Otros decían, No, sólo se le parece. Pero él insistía, soy yo. Como entonces se abrieron tus ojos? Preguntaron. Él respondió, El hombre que se llama Jesús hizo algo de barro y lo puso sobre mis ojos. Me dijo que fuera a Siloé y me lavara. Así que fui y me lavé, y entonces pude ver. Dónde está ése hombre? Le preguntaron. No sé, dijo.[1]
En éste milagro, Jesús se aplica el título de Luz del Mundo en Juan 9:5, diciendo:[2]
Cuándo estoy en el mundo, soy la Luz del Mundo.
Éste episodio continúa en Juan 9:39 dónde Jesús metafóricamente explica que vino a éste mundo, de modo que el ciego puede ver. Según una tradición cristiana recogida por San Demetrio de Rostov, el ciego se llamaba Celedonio.
Orden De San Benito
Felicidades y bendiciones queridos hermanos en el sacerdocio
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