“Queridos amigos, ¿quieren levantar a la Iglesia? ¡Pónganse de rodillas! ¡Es la única manera! Si proceden de otra manera, lo que hagan no será de Dios”.
“Vuestros pastores están cubiertos de defectos e imperfecciones. Pero no es despreciándoles como construiréis la unidad de la Iglesia”.
“Ante la avalancha de pecados en las filas de la Iglesia, estamos tentados a querer tomar las cosas en nuestras manos. Estamos tentados a querer purificar la Iglesia por nuestras propias fuerzas. Ésto sería un error. ¿Qué haríamos nosotros? ¿Un partido? ¿Una corriente? Tal es la tentación la más grave: el oropel de la división. Bajo pretexto de hacer el bien, nos dividimos. No reformamos la Iglesia por la división y el odio. ¡Reformamos la Iglesia comenzando por cambiarnos a nosotros mismos! No dudemos, cada uno en nuestro lugar, en denunciar el pecado comenzando por el nuestro”.
Cardenal Robert Sarah.
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