La Plegaria Eucarística II todos los días no, por favor
Habrán notado los lectores que hay una Plegaria Eucarística que se repite infinitamente más que las demás en la Misa. Se trata de la Plegaria II, que empieza con las palabras “Santo eres en verdad, Señor, fuente de toda santidad…”y cuyo prefacio es el conocidísimo “En verdad es justo y necesario, es nuestro deber y salvación darte gracias siempre y en todo lugar…”
Probablemente, para muchos fieles y después de tantos años de repetición, la Plegaria Eucarística II haya terminado por convertirse en “la Plegaria Eucarística de la Misa”, sin más, porque
en muchas parroquias prácticamente nunca se oye otra. Se podría especular sobre las razones e incluso sospechar, tristemente, que la predilección que despierta podría deberse en algunos casos a que es la más breve de todas, pero en realidad no importa, porque el mero hecho de repetir prácticamente siempre esa plegaria constituye un abuso.
Nada tengo contra la Plegaria Eucarística II, por supuesto. Personalmente, me gusta mucho esa plegaria. Tiene partes verdaderamente preciosas, como ese canto exultante de victoria: “Él, en cumplimiento de tu voluntad, para destruir la muerte y manifestar la resurrección, extendió sus brazos en la cruz, y así adquirió para ti un pueblo santo”. Sin embargo, el hecho
de que a uno le guste no puede justificar que sustituya a las demás y especialmente a la Plegaria Eucarística I o Canon Romano, que es la parte principal de la liturgia latina.
Generalmente, cuando hablo de este tema con un sacerdote, suelo escuchar afirmaciones más o menos como ésta: “El sacerdote celebrante puede elegir libremente la Plegaria que quiera y la Iglesia no dice nada sobre ese tema, todo el mundo lo sabe”. El problema es que, como sucede con tantas otras cosas que “todo el mundo sabe”, la realidad es muy diferente.
La Ordenación General del Misal Romano da unas normas muy claras sobre el uso de las distintas Plegarias Eucarísticas del Misal:
365. La elección entre las Plegarias Eucarísticas, que se encuentran en el Ordinario de la Misa, se rige oportunamente por estas normas.
a) La Plegaria Eucarística primera o Canon Romano, que puede emplearse siempre, se dirá más oportunamente (opportunius) en los días que tienen el Reunidos en comunión propio, o en las Misas que se enriquecen con el Acepta, Señor, en tu bondad propio, también en las celebraciones de los Apóstoles y de los Santos de los que se hace mención en esta misma plegaria; igualmente en los días domingo, a no ser que por motivos pastorales se prefiera la Plegaria Eucarística tercera.
b) La Plegaria Eucarística segunda, por sus características peculiares, se emplea más oportunamente en los días entre semana, o en circunstancias particulares. […].
c) La Plegaria Eucarística tercera puede decirse con cualquier prefacio. Prefiérase su uso los domingos y en las fiestas. […].
d) La Plegaria Eucarística cuarta tiene un prefacio inconmutable y presenta un sumario más completo de la historia de la salvación. Puede emplearse cuando la Misa carece de prefacio propio y en los domingos del Tiempo Ordinario. […].
Corríjame algún liturgista si me equivoco, pero, hasta donde puedo ver, de esta norma se pueden sacar varias conclusiones:
- La única Plegaria que, según el Misal, “puede emplearse siempre” es la número I, es decir, el Canon Romano. Por lo tanto, es un abuso y podría decirse incluso que es un abuso grave, emplear prácticamente siempre cualquier otra Plegaria. Si se utiliza siempre la misma Plegaria, debería ser la Plegaria I. Es algo lógico, por otra parte, ya que con ello estaría siguiendo la inmemorial tradición litúrgica de la liturgia romana, que sólo tenía esa Plegaria hasta tiempos recientísimos.
- La Plegaria II debe utilizarse principalmente los días de diario (cuyas Misas son menos solemnes y más breves). Por lo tanto, es un abuso utilizarla de forma generalizada los domingos y solemnidades, en los que son preferibles otras Plegarias, como veremos más abajo. Por supuesto, eso no quiere decir que no deba decirse nunca en domingo (de hecho, es evidente que puede usarse en domingo, porque tiene oraciones propias para cuando se dice en diversos domingos), pero del Misal se deduce que no debe utilizarse de forma habitual los domingos.
- Las Plegarias I y III son las más apropiadas para las fiestas y solemnidades. Y será preferible la Plegaria I cuando esas solemnidades sean las de los Apóstoles, los primeros mártires romanos, San José, San Juan Bautista, Navidad, Epifanía, Jueves Santo, la octava de Pascua, la Ascensión y Pentecostés (que tienen “Reunidos en comunión” propios).
- Las Plegarias I, III y IV son las más apropiadas para los domingos, siendo preferible la primera a no ser que motivos pastorales indiquen lo contrario (por ejemplo, el querer resaltar en ocasiones apropiadas el “sumario más completo de la historia de la salvación” incluido en el prefacio de la Plegaria IV).
- La Plegaria I es la más oportuna para las Misas de bautismo, confirmación, primera comunión, matrimonio y exequias (que son las que tienen una oración “Acepta, Señor, en tu bondad” propia en esa Plegaria). De nuevo, esto no excluye las otras Plegarias en estos casos, especialmente por motivos pastorales, pero sí nos da un criterio general, que es contrario a la utilización por sistema de la Plegaria II en esas Misas.
En resumen, es evidente que la normativa del Misal Romano no obliga en un día concreto a usar una plegaria en particular. Por eso habla de “más oportunamente”, “prefiérase”, “puede emplearse”, etc. De este hecho, sin embargo, no se deduce que el celebrante pueda elegir a su gusto las plegarias, porque el Misal da unas directrices generales sobre qué plegarias deben preferirse habitualmente en unos casos u otros.
Es sabido que la reforma litúrgica de Pablo VI quiso introducir otras opciones de Plegarias Eucarísticas en lugar de recitar exclusivamente el Canon Romano, como era tradicional en la liturgia romana, a diferencia de lo que ocurre en otros ritos, como el mozárabe. Creo, pues, que resulta absurdo y contrario a la reforma litúrgica establecida por la Iglesia que la
costumbre haya llegado a desembocar en un monopolio no deseado y casi exclusivo de la Plegaria Eucarística II, que ha desplazado por completo al magnífico Canon Romano y a las otras dos Plegarias Eucarísticas principales.
Parece que la intención de la Iglesia es otra muy diferente: un lugar preferente para el Canon Romano, como corresponde al núcleo de la liturgia latina, con las otras Plegarias como valiosos enriquecimientos que se añaden a la primera Plegaria, pero no la sustituyen. Es decir, algo muy distinto de lo que vemos habitualmente en la mayoría de las parroquias. No es correcto privar a los fieles de la riqueza enorme del Canon Romano y de las Plegarias Eucarísticas III y IV.
La Cuaresma, como sabemos, es tiempo de gracia y de conversión, en la
que el Espíritu Santo asiste con gracias especiales para que se corrija todo lo que no va bien en las personas y en las comunidades cristianas. Según esto, quiera Dios que “nos convirtamos” de nuestros modos de usar en las Misas las diversas Plegarias Eucarísticas, cuando esos modos son contrarios a las normas y a la intención de la Iglesia, que es Madre y Maestra.
Extraído de InfoCatolica
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