UN DÍA EN LA VIDA DE LAS CARMELITAS DESCALZAS
✍🏼 Yenia Matos Henríquez
El 16 de julio se celebra a la Virgen del Carmen, una de las diversas advocaciones de la Virgen María. Este nombre procede de su veneración en el Monte Carmelo, en Tierra Santa, cerca de Haifa. La hermana Teresita del Carmen, de la Orden de las Carmelitas Descalzas, ha accedido a hablarnos sobre lo cotidiano en la vida de esta orden religiosa. Su voz pausada explica con dulzura sobre cuándo surgió la orden y el carisma que las une, desde hace siglos, en el amor a Jesús y a su Santa Madre.
“Las Carmelitas Descalzas fuimos fundadas por Santa Teresa de Jesús en el año 1562. Su idea primordial era que la orden volviera a sus orígenes en el Monte Carmelo: ofrecer nuestra vida en soledad y oración por el amor de Dios, por el bien de la Iglesia y de los misioneros que van de nación en nación predicando el Evangelio. Ella quería un convento pequeño, con pocas monjas que vivieran en igualdad de condiciones y fueran una familia orante, contemplativa”.
La Hna. Teresita del Carmen explica que un día en sus vidas consagradas se divide en oración, trabajo, formación y compartir en comunidad. “Nuestra Santa Madre decía que la oración es muy importante, por lo que durante el día nos mantenemos el mayor tiempo posible en silencio, para que ayude a ese clima de adoración de nuestro carisma. Pero también convivir, compartir como una familia es otro elemento fundamental.
Disponemos de dos momentos al día para la recreación, uno al mediodía y otro por la noche. En este rato hablamos sobre los acontecimientos de la Iglesia en Cuba y a nivel mundial. Seguimos de cerca el caminar de la Iglesia a través de las noticias que nos llegan, utilizando moderadamente los medios de comunicación. Así nos mantenemos actualizadas, lo cual es bueno porque nos da razones para rezar”.
“Nosotras madrugamos cada día”. Al ser contemplativas ―explica la hermana― las monjas suelen rezar todas las horas del Oficio Divino. “Después de la misa, celebrada por los Padres Carmelitas Descalzos, y del desayuno, cada una de nosotras se dirige hacia sus labores diarias. Muchas trabajamos elaborando las hostias, nuestra oficio y servicio a las comunidades parroquiales. Otras planchan, lavan y remiendan las ropas. Algunas trabajan en la cocina y otras en la limpieza. También cuidamos a nuestras hermanas mayores que ya no pueden valerse por sí mismas”.
“Los días festivos, en los horarios de almuerzo y cena, conversamos y hacemos bromas. Los no festivos, leemos o escuchamos charlas grabadas sobre las Sagradas Escrituras o sobre la vida de nuestra orden. Y también se leen las noticias de actualidad de la Iglesia y del sumo pontífice. Así no solo alimentamos nuestro cuerpo, sino también el espíritu”. El tiempo para la formación es fundamental en cada jornada, ya que permite “vivir a plenitud nuestra vida de Carmelitas Descalzas”.
“Todo lo hacemos con mucho amor a Dios. Recuerdo la frase de Santa Isabel de la Trinidad que dice: ¡Qué vacíos estarían nuestros claustros si no los llenara la presencia de Dios!”.
ordendesanbenito.org/donations
¿Sabías Que?
Cuba fue el mayor exportador de aguacates en los años 50. Durante buena parte del siglo XX, Cuba fue el principal productor de azúcar y eso algo que todo el mundo sabe. Lo que sí suelen desconocer es que la mayor de las Antillas fue también el primer productor mundial de aguacates durante la década de 1950 y dominó el mercado de los Estados Unidos. De hecho, Cuba era el único país del mundo que, a mediados del siglo pasado, era capaz de exportar aguacates a escala comercial. Los aguacates hacían que ingresara a la Isla un promedio anual de 1.300.000 pesos y para ese entonces, el peso cubano y el dólar tenían paridad. A eso se sumaban otros 600.000 pesos procedentes del mercado interno.
La Isla producía más aguacates de los que podía exportar o consumir, pues se calculaban la producción de unos 60 millones. De esos 60, 45 millones se vendían en el exterior o en Cuba. El resto se perdía o se le daba como alimento a los puercos.
Desde junio hasta septiembre se extendía la temporada de exportación, alcanzándose las más altas cotizaciones del producto en julio y las más bajas en septiembre. La industria del aguacate -porque llegó a ser una verdadera industria- daba empleo a unos tres mil obreros que trabajaban en la recolección, el transporte y el embalaje de la fruta. Ellos ganaban entre tres y cuatro pesos diarios.
En el Ministerio de Agricultura existían registradas 30 firmas envasadoras que operaban en Artemisa, Güira de Melena, San Antonio de los Baños, La Salud, Quivicán, Cuatro Caminos de Bejucal, Bejucal, Bauta, Madruga, Los Palos y La Habana. Lo que demuestra que casi toda la producción de aguacates destinados a la exportación se concentraba en las provincias de La Habana y Pinar del Río.
Aunque en todo el país había aguacates para aburrir, La Habana era la única ciudad que contaba con un puerto con los medios y facilidades para el transporte al extranjero.
Sobre su exportación a Estados Unidos…
La exportación de aguacates hacia los Estados Unidos comenzó durante la primera ocupación de los Estados Unidos gracias a las gestiones que realizó la colonia cubana ante la Secretaría de Agricultura de ese país. Por casi cinco décadas, los aguacates cubanos entraron libres de impuestos al país norteño. No obstante, el fomento de plantaciones en La Florida y el Sur de California hizo que Washington aplicara aranceles para proteger a sus productores locales.
Tras el triunfo de la Revolución Cubana de 1959, Estados Unidos dejó de importar los aguacates cubanos, lo que fue aprovechado por otros productores latinos para apropiarse de ese mercado.
Sin embargo, poco a poco las plantaciones fueron desapareciendo y, si no desapareció el aguacate fue porque se refugió en los patios particulares de los cubanos.
Orden De San Benito
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