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LOS OBLATOS BENEDICTINOS ROMUALDICA


 # **Los oblatos benedictinos (Romualdica)**


Monjes ermitaños de la Santísima Virgen del Socorro

de Minucciano (Lucca) junto con un oblato de la comunidad


“*El oblato benedictino secular* *y el   Cristiano, hombre o mujer, laico o clérigo que, viviendo en su propio ambiente  familiar y social, reconoce y acoge el don de Dios y su llamada a   servirlo, según las potencialidades y necesidades de la consagración bautismal y  del propio estado; se ofrece a Dios con la oblación, inspirando su propio camino   de fe en los valores de la Santa Regla y de la tradición espiritual monástica*” (Art. 2 del Estatuto de los Oblatos Benedictinos Seglares Italianos).


*Origen*


*Oblato*, participio pasado de   verbo latino *oferta*, indica la acción de ser ofrecido, y, en   Regla de San Benito, se describe el procedimiento para la oblación de los niños   parte de los nobles, quienes, envolviendo la mano del niño en el mantel del altar,   lo entregaron para siempre al Señor en el monasterio al que dirigieron la petición   prescrito.


Ya se pueden encontrar pruebas de la práctica antes mencionada  del segundo libro de los Diálogos de S.   Gregorio el Grande, donde se citan casos de niños ofrecidos por patricios  Romanos en Montecassino, para educarse al servicio de Dios.


Desde entonces, mucho antes de la época de  ejercer la patria potestad imponiendo a los hijos la elección de vida,   Los oblatos también eran adultos que se ofrecían a un monasterio. Alguno   trabajaron prefiriendo el ambiente de trabajo monástico a otros   o deseando escapar de la opresión de señores poderosos. Otros se afiliaron   a un monasterio *pro remedio animae* asegurando las oraciones de los monjes   para la conversión de sus costumbres y para la salvación del alma y muchas veces   pidieron ser enterrados en el cementerio monástico.


*Ejemplos de oblación*


La historia registra, a lo largo de los siglos, diversas formas de   vincularse espiritualmente con una comunidad monástica, viviendo dentro   paredes del monasterio y usar un hábito especial o asistir al monasterio   para orar o trabajar. Algunas figuras se tomaron como modelos.   Destacamos a dos mujeres: San Francisco   romano (1384-1440), patrona de los oblatos, y Elena Lucrecia Cornaro   Piscopia (1645-1684), la primera mujer graduada del mundo.


Francesca, oblata del monasterio olivetano de S. María   Nueva en Roma, dedicó toda su vida a la paz de su ciudad y a la unidad.   de la Iglesia; estaba interesada en los pobres, los enfermos, los moribundos, los   reconciliación de adversarios. Esposa, madre, viuda, miembro autorizado de   comunidad, estuvo siempre animada por la oración y el ejercicio de la obediencia.


Elena Lucrecia Cornaro   Piscopia fue proclamada en 1678 *magistra y doctrina* en   filosofía. Formado en los clásicos, crítico con el aristotelismo   tradicional y atento a la experiencia natural, concreta y decisiva   incluyendo las opciones políticas, fue una oblata muy piadosa, que se comprometió a estudiar y practicar   de caridad, en la oración sencilla y en la participación en la liturgia   monástico, primero en S. Giorgio en Venecia, donde ratificó su oblación, luego   en la Abadía de Santa Giustina en Padua, donde está enterrada.


*Los oblatos hoy*


Desde tiempos de San Benito hasta hoy, la Regla   El benedictino es el guía del oblato, el punto de referencia constante desde   momento en el que se siente llamado a vivir la inserción de manera consciente y radical   en el PPT cuerpo de Cristo, en el que está injertado con el bautismo, uniendo   espiritualmente a una comunidad monástica benedictina.


Al establecer un vínculo estrictamente personal con el   monasterio, de cuya familia se siente llamado a formar parte, el oblato *Escuchar*(primera palabra de la Regla de San Benito) e *ob-oye*, dobla tu oreja   del corazón y, luchando contra toda inercia del espíritu, comienza a caminar.


Su vida se caracteriza por la constante investigación.   de la voluntad de Dios y de las maravillas que Dios obra entre su pueblo,   para ser descubierto en las infinitas maneras en que Él se revela, desde el texto sagrado:   Palabra de Dios de la que se nutre el oblato en el ejercicio cotidiano de *lectio divina* a la naturaleza, a los eventos   periódicos, herramientas de trabajo, personas: monjes y oblatos para él   dados como hermanos y hermanas. Se caracteriza por vivir en la presencia de Dios.   ofrecerle, en comunión con el propio monasterio, una alabanza que es alabanza   de la Iglesia, acción de gracias al Padre en Cristo Jesús, trabajo unido   de la mente y la voz (cf.. *RB*19,7).


El oblato vive de su propio trabajo (ver. *RB* 48,8) y es consciente de hacer   así un servicio a sus hermanos varones, y colaborar activamente en la   finalización de la creación divina.


El Concilio Vaticano II instó a los laicos a “aprender   ofrecerse, y de día en día, por la mediación de Cristo, ser   perfeccionados en unidad con Dios y entre sí, para que Dios finalmente exista   considerándolo todo” (*CAROLINA DEL SUR* 48). Es este   Programa de vida para los oblatos, llamados, como los monjes y con los monjes, a la unidad. (*monos*), a la simplificación y unificación de uno mismo, en el interminable   camino del autoconocimiento, a la continua reconciliación con Dios y con   hermanos, para recuperar y salvaguardar la armonía del cosmos, para lograr la paz; El   Todo *perducatum evangelii* (*RB*prol., 21), hasta el punto de darse cuenta de que “nada antepone el amor de Cristo” (*RB* 4,21; ver. *RB* 72,11), es decir, la afirmación de Pablo “ya no soy yo quien vive   pero cristo vive en mi” (*Galón* 2,20).


Por ello el citado Estatuto establece, en el art. 3: “El oblato   está comprometido con una forma de vida que es la conformación progresiva a Cristo,   único fin de su oblación y de la espiritualidad benedictina, que con el   su propia vida intentará irradiar al mundo, convirtiéndose en testigo de la   Vitalidad perenne de la vida monástica en la experiencia cristiana.”.


Mientras crece el vínculo de auténtica hermandad entre   los oblatos del mismo monasterio, con la estima, el respeto,   compartiendo la Palabra escuchada y celebrada, la reflexión orada, como   conviene a personas reunidas en el nombre del Señor; las relaciones mutuas entre   grupos de oblatos ayudan a experimentar la dilatación del corazón (ver. *RB* prol., 49), y así la recepción de   nuevos miembros, nuevas situaciones, nuevos invitados, para quienes el   Novedad perenne de la historia que es Cristo.


Profundamente convencidos del valor del monaquismo,   Los oblatos están comprometidos a preservar y transmitir el carisma benedictino,   interpretarlo con fidelidad creativa, indicar nuevos caminos y emprenderlos   plena responsabilidad, porque las diferentes maneras de implementar el carisma,   dependiendo del estado de vida, no lo disminuyen, al contrario pueden empujarlo a   mayor fecundidad y en todo caso están profundamente unificados en el misterio de   comunión de la Iglesia y están coordinados dinámicamente en la única misión, para el bien universal   vocación a la santidad y a la plenitud del amor.


*El acto de oblación*


La oblación es el acto litúrgico-espiritual reconocido   por la Iglesia (ver Estatutos art. 3), resultado de una pasantía de formación, que sí   se extiende por un período variable, a criterio del Abad y de la comunidad, con   con el que el aspirante entra en relación. Se materializa, bajo la dirección del Abad o   de un asistente delegado por él, en el camino personal de conversión   propuesto por *RB*, en el   participación en la oración y el trabajo monástico, de muchas maneras   diferenciados de un monasterio a otro, en diálogo, a veces en un   enriquecedora comparación. Creciendo en la fe y con la práctica de buenas obras   (ver. *RB* prol., 21), los oblatos sí   se comprometen a hacer visible a Cristo Señor de la historia.


Comienza la caridad perfecta: la nuestra nos enseña   SP Benedetto – de la mutua resistencia a las enfermedades físicas y   espiritual (ver. *RB* 72,5). Allá   discreción, virtud benedictina, que reúne sentido común y equilibrio,   La humildad y la sencillez de corazón serán la raíz de nuestra evangelización.   mundo. La nostalgia de la unidad, de la armonía consigo mismo, con Dios, con los demás.   hermanos y con la naturaleza, está en lo profundo del corazón de cada hombre y espera la   fuerza que lo saca a relucir y lo lleva a la plenitud.


**[Nota publicada el [Página Facebook Ermita de Minucciano](https://www.facebook.com/pages/Eremo-di-Minucciano/204481946005) el 29 de junio 2011]**

Amigos de San Benito y monacato en general: arte, mística y diálogo interr. -facebook

Elena Lucrezia Cornaro Piscopia


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Ésto es a partir del V Domingo de Cuaresma y hasta el Viernes Santo, en algunas iglesias las imágenes de santos y crucifijos se cubren con una tela morada, propia del tiempo litúrgico. 

Te contamos por qué se cubren las imágenes en Semana Santa  

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