El embolismo que sigue al Padrenuestro en la misa es un puente entre la última petición, líbranos del mal, y la petición de paz. Por ello, tras la aclamación que le sigue, viene una petición especial por la paz.
Esa oración se dirige a Jesucristo. Desde el inicio de la plegaria eucarística, en el prefacio, nos habíamos dirigido al Padre santo Dios todopoderoso, a quien es justo y necesario dar gracias. Concluida la plegaria seguimos dirigiéndonos al Padre con la oración del Señor. Ahora nos dirigimos a Jesús, presente en el altar.
En la Última Cena, Jesús le dijo a sus apóstoles: “mi paz les dejo mi paz
les doy” (Jn 14, 27). Recibimos la paz de Cristo, de quien Isaías había profetizado que sería el “Príncipe de la paz” (9, 5). San Pablo dice algo más: que él es nuestra paz (Ef 2, 14). Cristo es la paz. Por eso, recibir su paz es recibirlo a él.
La paz, dice san Agustín, es tranquilidad del orden. Es una relación armónica entre personas, sin enfrentamientos ni conflictos. Antes de comulgar es necesario pedirle al Príncipe de la Paz que restablezca nuestra relación armónica con él. Por eso, tras recordarle a Jesús estas palabras que dijo, le pedimos que no tenga en cuenta nuestros pecados, sino que se fije mas bien en la fe de la Iglesia. No en nuestra fe, que puede ser débil, sino en la fe de su Iglesia. Le pedimos que, al fijarse en esa fe, nos conceda la paz y la unidad. Liturgia PayPal -facebook
Nota OSB
Se llama embolismo (desarrollo colocado entre dos oraciones, del griego em-bal-lein, [que significa] poner en o entre)
Extraído de eucharistic revival
ordendesanbenito.org/donations
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