Según reseña Bernard Nodet en “La vida del Cura de Ars, sus pensamientos, su corazón”, cada noche, antes de dormir, hacía un peculiar encargo:
“Ofrece a Dios mis latidos mientras duermo”
“Ángel mío, te agradezco por haberme cuidado durante el día. Ofrece al Señor todos los latidos de mi corazón mientras duerno…”.
Al despertar, le saludaba de nuevo con otro mensaje de gratitud: “Te amo tiernamente. Tú me has cuidado durante la noche mientras yo dormía. Ahora, cuídame durante este día para que no tenga desgracias ni accidentes y no ofenda a Dios, al menos mortalmente”.
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