– Vicka, ¿puedes describirme esta felicidad que experimentan los bienaventurados en el cielo? – No, no puedo describirlo, porque no hay palabras en la tierra para decirlo. También sentí esta felicidad de los elegidos. No puedo contártelo, sólo puedo vivirlo en mi corazón.
– ¿No querías quedarte allí arriba y no volver nunca más a la tierra?
- ¡Sí! Él responde sonriendo. ¡Pero no deberías pensar sólo en ti mismo! Sabéis que nuestra mayor felicidad es hacer feliz a la Gospa. Sabemos que quiere mantenernos en la tierra un poco más para llevar sus mensajes. ¡Es una gran alegría compartir sus mensajes! Mientras él me necesite, ¡estoy listo! ¡Cuando quiera llevarme con él yo también estaré lista! Es su proyecto, no el mi… - Los bienaventurados, ¿podrían veros también? – ¡Por supuesto que nos vieron! ¡Estábamos con ellos!
– ¿Cómo eran?
– Tenían unos treinta años. Eran muy, muy hermosos. Nadie era demasiado pequeño ni demasiado grande. No había gente delgada ni gorda ni enferma. Todos estuvieron muy bien.
¡Dios hace todo para salvarnos! ¡Todo! Jesús murió por cada uno de nosotros y su amor es grande para todos. Él siempre nos invita a acercarnos a su corazón pero ¿qué puede hacer cuando no queremos aceptar su amor? ¡Nada! ¡El amor no se puede imponer! - Al final la Gospa les confía una misión: os he mostrado todo esto, para que sepáis que existe y lo cuenteis a los demás.
Extraído de Medjugorje tutti i giorni
ordendesanbenito.org/donations
Comments
Post a Comment