Eterno Padre, Dios de infinito amor, bondad y misericordia, por el Inmaculado Corazón de María y en unión con San José y de todos los Ángeles y Santos y en nombre de todos los hombres y de las almas del purgatorio, te ofrezco el Rostro llagado, ensangrentado e inundado de lágrimas de tu muy amado Hijo.
Te ofrezco este santísimo y adorable Rostro de nuestro Señor Jesucristo para expiar los pecados de todo el mundo, las blasfemias, sacrilegios e irreverencias; para la iluminación de tus sacerdotes y religiosos y por la conversión de todos los pecadores, en especial de los más obstinados; como también para las almas del purgatorio.
En tu rostro desfigurado por el dolor, reconozco la inmensidad de tu amor hacia mí.
Imprime en mi corazón la imagen de tu divinidad, y dame un amor ardiente a Ti, para que un día pueda ver tu Faz glorificada. Amén.
Hoy, Martes antes del Miércoles de Ceniza, celebramos la Antigua Solemnidad del Divino Rostro.
La veneración del Divino Rostro de Nuestro Señor Jesucristo nació desde el momento en el que la Verónica al ver a Jesús camino al calvario enjugó el Rostro de Cristo y estampó su divina Faz en su manto. Pero no no fue, hasta la época medieval, que esta devoción recobró tal fuerza.
Verónica significa "verdadera imagen". Se cree que el verdadero lienzo de la Verónica se encuentra en el Vaticano, aunque otros lugares como Manopello, Italia y Jaén, España, argumentan tener parte del manto auténtico bajo la creencia de que cuando la Verónica limpio el rostro de Jesús, su manto estaba doblado en 3 dobleces y al quedar estampado el rostro, quedó estampado en las 3 caras de la tela.
Nuestro Señor se apareció a la Venerable Sor María de San Pedro Ocd. y a la Beata Pierina de Micheli, solicitando esta fiesta y dejando promesas importantísimas a los que se vuelvan devotos y propagadores de esta devoción al Divino Rostro.
También dejó sacramentales: una medalla y un escapulario, prometiendo muy grandes gracias a los que lo portan.
PROMESAS A LOS DEVOTOS DE LA SANTA FAZ DE NTRO. SR. JESUCRISTO (Comunicadas a la religiosa carmelita Sor María de San Pedro, en 1845):
1. Les concederé una contrición tan perfecta que sus pecados se cambiarán a Mi vista en joyas de oro precioso. Según el cuidado que tengan de reparar mi Rostro desfigurado por los blasfemos, el mismo tendré Yo del suyo que ha sido desfigurado por el pecado, transformándole en tan hermoso como si acabase de salir de las aguas del Bautismo.
2. Ninguna de esas personas será jamás separada de Mí.
3. Ofreciendo Mi Rostro a Mi Padre, apaciguarán Su enojo y comprarán con moneda celestial el perdón para los pecadores. Por esta ofrenda, nada les será negado.
4. Abogaré ante Mi Padre para conceder todas las peticiones que me presenten. Por Mi Santo Rostro harán prodigios.
5. Los iluminaré con Mi Luz. Los consumiré con Mi Amor y los haré fructíferos de buenas obras.
6. Ellos llorarán, como la piadosa Verónica, por Mi adorable Rostro ultrajado por el pecado, y yo imprimiré Mis divinas facciones en sus almas.
7. Por venerar Mi Rostro, brillarán más que otros en la vida eterna y el brillo de Mi Rostro les llenará de alegría.
8. Todos los que defiendan esta causa de reparación, por palabras, por oraciones o por escrito, recibirán defensa también en sus causas delante de Dios Padre a la hora de la muerte. Yo enjugaré la faz de sus almas, limpiando las manchas del pecado y devolviéndoles su primitiva hermosura.
Esta fiesta fue instituida por el Venerable Pío XII.
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