En las comunidades parroquiales puede surgir esta duda, y es importante destacar que no cualquier vino se puede convertir en la Sangre de Cristo, únicamente los que son vinos para consagrar.
Aunque puedan ser ampliamente conocidos por los sacerdotes, no todos los fieles saben lo que representa su elaboración.
¿Qué vino se usa hoy?
El Misal Romano señala que el “vino para la celebración eucarística debe ser ‘del producto de la vid’ (cfr. Lc 22, 18), natural y puro, es decir, no mezclado con sustancias extrañas”.
“Ordinariamente la misión de certificar el vino así como las botellas, y de asegurarse que cumplan con las normas de la Santa Sede y que puedan ser utilizadas por los sacerdotes para la celebración de la Eucaristía, recae en la Diócesis donde se produce y por lo general lo hace el Obispo. Aunque quién debe aprobar las características del vino idóneo es la conferencia episcopal de cada país.
Actualmente, en México se encuentran vinos de la casa Domecq”, certificados por la CEM y obispos residenciales.
“Ahora bien, aunque además de la firma vitivinícola arriba mencionada hay otras que ofrecen vino con semejantes características, mencionadas como requisitos para el vino que se usa en la celebración de la misa, la ‘responsabilidad litúrgica’ recae sobre quien lo certifica o en última instancia sobre el sacerdote que lo usa, tomando en cuenta que, para quien sepa distinguir, en general un vino de cepa no mezclado puede cumplir con las características antes mencionadas”, explicó el padre Jesús María Sánchez Montejano, especialista en liturgia de la Arquidiócesis de México.
Origen del vino de consagrar
Para el mundo cristiano, el primer milagro obrado por Cristo corresponde a la transformación del agua en vino en las Bodas de Caná; y en la Última Cena, Jesús pasa una copa de vino a los doce apóstoles y en ese momento instituye la Eucaristía, sella la Nueva Alianza y promete no beber del vino de la vid hasta que sus discípulos beban con Él, el vino nuevo del Reino del Padre.
“La utilización del vino en la Eucaristía se origina en el relato de la Última Cena del Señor, que se encuentra en los evangelios, donde el Señor Jesucristo celebró la cena pascual compartiendo como lo hacen los judíos, el pan y el vino con sus discípulos, como signo del compromiso que él hacía de entregar su vida, su Cuerpo y su Sangre, en la cruz, para el perdón de los pecados y la salvación”, explicó el padre Sánchez Montejano.
El fermentado de uva ya ocupaba un lugar importante en el esquema moral del Antiguo Testamento, prohibiendo su consumo en ciertas circunstancias y celebrando con él notables acontecimientos.
Extraído Desde la fe
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