Oración de las Madres de Familia a Santa Marta
Oh Santa Marta dichosa, que tantas veces tuviste el honor y la alegría de hospedar a Jesús en el seno de tu familia, de prestarle personalmente tus servicios domésticos, y que juntamente con tus santos hermanos Lázaro y María Magdalena, gozaste de su divina conversación y doctrina, ruega por mí y por mi familia, para que en ella se conserve la paz y el mutuo amor, para que todos sus miembros vivan en la observancia de la Ley de Dios, y para que sólo Dios, y no el mundo ni el pecado, reine en nuestro hogar.
Libra a mi familia de toda desgracia espiritual y temporal, ayúdame en el cuidado de mis hijos y subordinados, y concédeme la dicha de verlos unidos bajo la mirada paternal de Dios en la tierra, para volver a verles reunidos en las moradas del cielo.
Así sea.
Amén
Cada 29 de julio la Iglesia Católica celebra a Marta, a su hermana María y a su hermano Lázaro, amigos y discípulos de Jesús. De acuerdo a la Escritura, el Señor se hospedó al menos en tres oportunidades en casa de los tres, en Betania, ciudad ubicada a unos kilómetros de Jerusalén.
Patronazgos
Santa Marta es patrona de los imposibles, del hogar, de las casas de huéspedes; también lo es de las cocineras, las amas de casa, las sirvientas, los hoteleros y lavanderas.
María, por su parte —a veces identificada con María Magdalena o con la mujer que enjugó los pies del Maestro con perfume— es patrona de quienes viven dedicados a la contemplación o la oración, así como de los vendedores de perfumes.
San Lázaro de Betania es patrono de los moribundos y los necesitados.
Lázaro vuelto a la vida
Jesús profesó un cariño muy especial por su amigo Lázaro. Prueba de esto es que, como dice el Martirologio Romano: “Lázaro, hermano de Marta, fue a quien lloró el Señor al enterarse de que había muerto, y al que resucitó” (ver: Jn 11).
De acuerdo al Evangelio, Lázaro había caído gravemente enfermo y sus hermanas enviaron gente para advertirle a Jesús —que no estaba en Betania— de que su amigo podría morir.  Jesús, ocupado en su misión, no acude de inmediato al llamado y Lázaro muere.
Por eso, si hay una buena razón por la que los fieles recurren a Santa Marta para pedir su ayuda en las urgencias y dificultades, es porque ella conmovió a Jesús con su fe: “Señor, si hubieras estado aquí, no habría muerto mi hermano”. Luego le pide al Maestro con confianza absoluta que lo devuelva a la vida: “Pero aún ahora yo sé que cuanto pidas a Dios, Dios te lo concederá” (ver: Jn 11, 22).
Jesús le responde: “Tu hermano resucitará” (Jn 11, 23).
Marta y María, hermanadas por Cristo
Es a Marta a quien el Señor dijo, mientras estaba alojado en su casa: “Marta, Marta, te preocupas y te agitas por muchas cosas; y hay necesidad de pocas, o mejor, de una sola. María ha elegido la parte buena, que no le será quitada” (Lc 10, 41-42).
Marta, cuyo deseo de servir era auténtico, se dejó interpelar por Jesús. Él le mostró cuál es el sentido último de cuanto hacemos por otros, empezando por el necesario servicio doméstico: amar a Dios. Por eso, así como ella es ejemplo para todo aquel que quiera cumplir sus deberes con diligencia y responsabilidad, María, su hermana, es modélica en torno a la necesidad de la oración y la relación cercana de escucha o contemplación de la Palabra (“la parte buena”). Si el trabajo se hace sin amor, no tiene sentido; lo mismo que si Dios no es el centro, aun las cosas más nobles pueden hacer que se pierda de vista lo esencial (ver: 1 Cor, 13).
La Casa de Santa Marta o Residencia de Santa Marta, ubicada en la Ciudad del Vaticano, adyacente a la Basílica de San Pedro, lleva ese nombre en honor a la discípula de Jesús. Se trata de un edificio construido en 1996 bajo el gobierno del Papa San Juan Pablo II. El Santo Padre dispuso que fuera la residencia de los cardenales electores durante los cónclaves.
Extraído de aciprensa 
Por el color de su vestimenta a los cardenales también se les llama purpurados 
Orden de San Benito Hialeah 


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